Hablar de desesperanza es hacer referencia a algo desalentador, es pensar en pesimismo, falta de iniciativa, de proyectos a futuro inmediato o simplemente sin metas ni objetivos; y algo de esto ronda por la mente de muchos jóvenes que culminan su etapa escolar con muchos sueños e ideales. Algunos de ellos inmediatos (obtener buenas notas) y otros no tanto, como seguir una profesión, tener un trabajo, cubrir necesidades, formar su propia familia, etc.
Como se verá, estos jóvenes salen con ganas de “comerse el mundo”, y se encuentran muchas veces con que estos proyectos se escurren de sus manos como si fuera agua, ya sea a causa de los cambios propios de su edad, generando algunas veces inseguridad e inadaptación; de las dificultades que la sociedad les pone por delante, como son: la falta de empleo, sueldos bajos que no cubren sus necesidades, las famosas “tarjetas” de recomendación para optar por trabajos que están accesible a otros -no por su preparación si no por la facilidad de relaciones sociales-, iglesias que no cumplen con sus postulados de amor ,fe y comunicación plena; ambientes familiares carentes de tiempo para brindar atención, comunicación y apoyo emocional -pues sus componentes están muy ocupados en proporcionar una economía sólida perdiendo de vista algo básico como la transmisión de valores, postulados morales y la fe en sus acciones y en los bases religiosas con los que fueron formados, optando muchas veces por recibir información de otros jóvenes (tan desorientados como ellos) que de sus propios padres- ; en fin un sinnúmero de acontecimientos que hacen que la desesperanza se apodere de ellos y dé paso al desánimo, pesimismo, depresión, e incluso suicidio, y a la falta de fe, pues, ¿qué es la desesperanza si no, el no tener fe en uno mismo, en los demás, en la sociedad en general?
Hoy como nunca los cuadros depresivos del adolescente aparecen con más frecuencia y sus características son diferentes a los adultos, manifestándose como fatiga, falta de interés por las actividades de siempre, dificultad para concentrarse, alteraciones en el sueño y peso, decaimiento, baja autoestima e incluso pensamiento de muerte; complementado con bajo rendimiento, consumo de drogas, trastornos del apetito y conducta, así como otras conductas de riesgo.Toda esta confusión de sentimientos y alteraciones, unidos a los cambios propios de la edad retardan aún más la posibilidad de encontrar el lugar que le corresponde en la sociedad, el logro de una madurez emocional y/o psicológica, así como el desarrollo de proyectos personales a futuro.
Los mecanismos de ayuda para que los jóvenes luchen contra esos sentimientos negativos deben tener en cuenta múltiples y diversos factores:
- Lograr que los jóvenes tengan acceso a la educación, instrucción y también formación, que son los medios para luchar contra la desesperanza.
- Enfrentar y resolver situaciones de fracaso escolar, pues son puerta abierta para la aparición de comportamientos inadecuados y enfermizos que a futuro pueden desencadenar una depresión e incluso suicidio.
- Recibir una educación acorde a los cambios actuales de la sociedad, permitiéndole ser partícipe de la misma y no un mero espectador.
- Recordar que del binomio familia-escuela dependerá el éxito y la continuidad del joven en sus estudios, alejándolo de posibles fracasos o deserciones escolares.
- La desesperanza en los jóvenes debe ser entonces una etapa pasajera, que con ayuda y buen criterio debe dar pase a la esperanza y fe en ellos mismos y en la sociedad en la que se desenvuelven.
Por lo tanto deben las familias acercarse a sus hijos para conocer lo que encierran sus corazones, entender sus necesidades emocionales e espirituales, lograr una adecuada comunicación con ellos, sembrar en ellos el amor y respeto a Dios en sus corazones y en sus hogares, siendo esta un arma que le permita desterrar el desaliento y la desesperanza, y dando paso a jóvenes más estables emocionalmente y con confianza en sus propias potencialidades para enfrentar todos los retos que la vida les presenta, salir triunfadores y ser mejores seres humanos.
Autora:
Psicóloga Liliana Santoyo Castro
CPs.P 0880

No hay comentarios:
Publicar un comentario